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QUÉDATE EN CASA, DAMIÁN...

En 1873, el P. Damián llegó a la isla de Molokai. Lo han llamado "el leproso voluntario", porque con tal de poder atender espiritualmente a los leprosos que estaban en total abandono (eran confinados a la isla Molokai para evitar el contagio), aceptó volverse leproso como ellos.


Un día, después de confesar a un anciano ciego y leproso, el P. Damián le pidió: “Por favor, rece por mí”. El anciano, asombrado, replicó: “Padre, tú ya lo has dejado todo por Cristo”. Y el santo le respondió: “Sí, pero a mí Dios me pide más”

San Damián de Molokai había comprendido el destino de su vocación de bautizado: darlo todo por Cristo, aun a costa de su propia vida. Damián escogió a ese Dios del siempre más. Sabía que en el orden de la caridad el bien espiritual de esos leprosos estaba muy por encima de su propia salud material o bienestar. Esos leprosos no podían morir sin sacramentos. Él se encargaría de cuidar lo más valioso que tenían: sus almas.


¿En las circunstancias actuales, cuál debe ser nuestra respuesta?


El precepto de la caridad que nos obliga en nuestra condición de bautizados a darlo todo por Cristo, nos enseña que debemos amar al prójimo con amor de caridad sobrenatural. Y en desigualdad de bienes, el bien sobrenatural del prójimo debe prevalecer sobre nuestro  propio bien natural. Pues el orden de los sobrenatural es de tal elevación y grandeza que



“el bien sobrenatural de un solo individuo está por encima del bien natural de todo el Universo” (Santo Tomás de Aquino).

El bien divino y eterno es infinitamente superior al bien humano y temporal de todos los hombres y de toda la creación.

“Sería un desorden monstruoso anteponer nuestros intereses temporales (riquezas, comodidad, etc.), y aun nuestra misma vida, al bien sobrenatural del prójimo. Este principio tiene infinidad de aplicaciones (v.gr., en la asistencia espiritual a enfermos contagiosos, apestados, etc…” Royo Marín, Teología de la Caridad. Leer más… https://mercaba.org/MORAL/ROYO/380-392_cap1_precepto_de_la_caridad.htm

“El negocio del alma es para nosotros el asunto no sólo más importante, sino el principal, más aún, el único; puesto que, salvada el alma, se salva todo, mientras que, por el contrario, perdida el alma, se pierde todo.Todas las cosas de este mundo, las compras, los aplausos, las grandezas, todas, como hemos dicho, han de terminar, y han de terminar pronto...” San Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia

Leamos con atención estos datos y los invito a que dediquemos 15 minutos en coloquio y saquemos nuestras conclusiones… ¿Qué es lo que tiene de singular o tan diferente el covid 19 que se arrastra a todo un “mundo” por direcciones que desconoce? ¿Cuál es el fin que se pretende?


¿A dónde nos llevan? o mejor, QUO VADIS?


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